El Condicionamiento Operante en "Divergente": Un Vistazo a Nuestro Propio Mundo

¿Alguna vez te has preguntado cómo sería vivir en un mundo donde cada aspecto de tu vida está controlado por un sistema rígido de reglas y expectativas? Bienvenido al fascinante universo de Divergente, una película que no solo nos entretiene con su trama distópica, sino que también nos ofrece un espejo sorprendentemente claro de nuestra propia sociedad.

En el corazón de Divergente yace un concepto psicológico poderoso: el condicionamiento operante. Desarrollado por B.F. Skinner, este principio explica cómo nuestro comportamiento es moldeado por sus consecuencias (en realidad es moldeado por los consecuentes, pero ese es un tema para otro post). En otras palabras, aprendemos a repetir acciones que nos traen recompensas y a evitar aquellas que nos causan problemas. Suena familiar, ¿verdad? Pues en el mundo de Divergente, este concepto se lleva al extremo.

Imagina una sociedad dividida en cinco facciones, cada una dedicada a una virtud específica: Abnegación, Verdad, Cordialidad, Erudición y Osadía. Desde joven, se te enseña que pertenecer a una facción es crucial para tu identidad y tu lugar en el mundo. Este sistema no es solo una forma de organización social; es un mecanismo de control basado en el condicionamiento operante llevado a su apogeo.

¿Cómo funciona esto en la práctica? Bueno, si te adhieres a los valores y comportamientos de tu facción, eres recompensado con aceptación social y un fuerte sentido de pertenencia. Es el refuerzo positivo en su punto álgido. Por otro lado, si te desvías de las normas, te arriesgas al rechazo social e incluso a convertirte en un "sin facción", un paria en esta sociedad estrictamente estructurada. Ahí tienes el castigo en acción.


Pero el condicionamiento en Divergente va más allá. Toma, por ejemplo, el entrenamiento en la facción Osadía. Aquí, los elogios y las mejoras de rango actúan como poderosos refuerzos positivos, impulsando a los iniciados a superar sus límites. Al mismo tiempo, el miedo a la expulsión (y a convertirse en "sin facción") sirve como un constante refuerzo negativo. Y si fallas o muestras debilidad, te enfrentas a humillaciones públicas y castigos físicos, ejemplos claros de castigo positivo.


Pero, ¿qué pasa cuando alguien no encaja perfectamente en este sistema tan cuidadosamente diseñado? Aquí es donde entra en juego nuestra protagonista, Tris Prior. Al principio, la vemos luchando con su identidad, mostrando comportamientos típicos de Abnegación: modesta, altruista, siempre pensando en los demás antes que en sí misma. Pero a medida que avanza la historia, vemos cómo el entrenamiento en Osadía la expone a un condicionamiento completamente opuesto, fomentando la valentía y el individualismo. Lo fascinante de Tris es su naturaleza divergente, que le permite resistir el condicionamiento completo de cualquier facción. Esta resistencia la convierte en la heroína perfecta para desafiar el sistema, impulsando la trama hacia el conflicto central entre individualidad y conformidad.


En el otro extremo del espectro tenemos a Jeanine Matthews, nuestra antagonista. Jeanine es el producto perfecto del condicionamiento de Erudición, encarnando la búsqueda implacable del conocimiento y la eficiencia lógica, a menudo a expensas de la empatía. Su evolución a lo largo de la historia es igualmente fascinante: de ser una figura de autoridad respetada, se convierte en la antagonista principal a medida que su convicción en la "corrección" del sistema la lleva a tomar medidas cada vez más drásticas. Jeanine ve la divergencia como una amenaza existencial al orden establecido, y este miedo motiva sus acciones más controvertidas. Irónicamente, cuanto más intenta Jeanine controlar la situación, más caos genera, ilustrando las consecuencias imprevistas de un sistema de control social tan rígido.


La interacción entre Tris y Jeanine no solo impulsa la trama, sino que también pone de manifiesto las fortalezas y debilidades del sistema de facciones. Tris, con su capacidad para pensar fuera de los límites establecidos, representa la adaptabilidad y el potencial humano que el sistema intenta suprimir. Jeanine, por otro lado, personifica los peligros de adherirse demasiado rígidamente a un sistema de creencias, incluso cuando ese sistema comienza a mostrar sus fallas. A través de estos personajes, "Divergente" nos invita a reflexionar sobre el equilibrio entre orden y libertad, entre conformidad e individualidad, temas que resuenan profundamente en nuestra propia sociedad.

Ahora bien, podrías pensar que todo esto es solo ficción, un mundo imaginario muy alejado de nuestra realidad. Pero aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes. Si miras de cerca, verás que nuestra sociedad utiliza formas similares, aunque más sutiles, de condicionamiento.

Piensa en tu experiencia escolar. Las calificaciones y los reconocimientos académicos, ¿no son acaso una forma de refuerzo positivo? El riesgo de reprobar o quedarse atrás, ¿no actúa como un refuerzo negativo que te impulsa a estudiar? En el ámbito laboral, las bonificaciones y los ascensos juegan un papel similar, mientras que las amonestaciones o la pérdida de oportunidades funcionan como castigos.


Y no olvidemos las redes sociales, ese campo de juego moderno donde los likes y los seguidores se han convertido en una forma de moneda social. Recibir muchos "me gusta" refuerza positivamente ciertos comportamientos online, mientras que la falta de interacción o la pérdida de seguidores puede actuar como un castigo sutil pero efectivo.

La diferencia clave entre nuestro mundo y el de Divergente es el grado de rigidez y las consecuencias extremas. En nuestra sociedad, tenemos más flexibilidad y opciones. No estamos confinados a una sola "facción" de por vida, y nuestras elecciones no tienen consecuencias tan drásticas como ser desterrados de la sociedad.

Sin embargo, ser conscientes de estos mecanismos de condicionamiento en nuestra vida cotidiana es crucial. Nos permite navegar más efectivamente nuestras estructuras sociales y tomar decisiones más informadas. Reconocer cómo el condicionamiento opera en ámbitos como la educación, el trabajo, las redes sociales y el consumismo nos empodera para cuestionar y, en ocasiones, desafiar estas influencias.

En última instancia, Divergente nos ofrece más que un simple escape a un mundo de ficción. Nos proporciona un lente a través del cual podemos examinar críticamente nuestra propia sociedad. Nos invita a cuestionar las estructuras que damos por sentado y a reflexionar sobre cómo nuestros comportamientos son moldeados por las recompensas y castigos que nos rodean.

La próxima vez que te encuentres tomando una decisión, ya sea en tu vida personal o profesional, pregúntate: ¿Estoy eligiendo esto porque realmente lo deseo, o porque he sido condicionado para desearlo? ¿Cuáles son las recompensas y los castigos, visibles e invisibles, que están influyendo en mi elección?

Al final, tal vez el verdadero acto de divergencia no es rebelarse contra un sistema distópico ficticio, sino reconocer y cuestionar las fuerzas sutiles que moldean nuestras vidas cotidianas. Y en ese acto de conciencia y cuestionamiento, podemos encontrar una libertad que ni siquiera Tris Prior podría imaginar.

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